Cuando tú
olvides,
yo seguiré
recordando
aquella
esquina,
nuestras
manos unidas,
el
insulto,
aquella
calle
cuesta
arriba.
El ropero
con todos lo abrigos,
mis llaves
-que no te
abrieron-,
el
radiador que goteaba,
tu armario
ordenado
impecablemente.
Aquel día
al lado del río,
sobre la
misma hierba,
el perro
que se quemaba con la plancha,
“no pienso
en el futuro”,
tanta
inteligencia sin usar.
Tus manos
en mis bolsillos traseros,
tu risa,
tus mensajes,
-en definitiva-
tus juegos.
Luego
viniste tú.
Como un
viento intranquilo,
como una
diosa de columnas
de templo
perfectas
con voz
que nunca
supo mi nombre
ni lo que
contenía el nombre.
(Había una
vez un barquito chiquitito,
y el
Capitán Tan, el tío Aquiles, y Valentina).
"Bolsillos en las piedras"
© 2016 Esther González
Pintura de Konstantin
Sómov (Lady with the dog relaxing on the lawn).
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