La última vez que te vi fue en
otro entierro, y declinaste con rubor el ofrecimiento de acercarte a casa;
desapareciste por una trocha que sólo tú conocías
Fui a ver a tu madre, recorrí con
mis primas la casa de la niñez.
Subí la cuestecita donde me
embistió aquella vez una cabra, y vi la cabeza de un perro encadenado en la
esquina de la vieja panera.
Tu enorme Toby, siempre atado
porque se tira a lamer a la gente, no porque muerda.
Nos perdimos buscando el
cementerio. Fue como un “enterramiento en el cielo”, en los mismísimos Jardines
de Babilonia, jardines de lápidas: Había que subir todas las escaleras a lo
largo de una colina, tu sepultura queda arriba del todo.
Luego, sólo una verja.
En Google hallé una única entrada con tu nombre,
que ya no se encuentra, la de tu fallecimiento.
Toby continúa esperándote.
Mirando fijamente el camino.
A Jose
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