El cuerpo pregunta, y yo le respondo
que fui oscuridad, estrella, polvo;
que es cierto que habité
en los tallos de las plantas, en sus
raices;
que me deslicé como gota de agua
por los precipicios de las chorreras.
Que sólo estoy dentro
y tiemblo de emoción
cuando las piedras
pronuncian mi nombre secreto,
mi nombre de metal,
para recordarme de dónde vengo
y así, no me pierda.
"Mar
de Bering. Mujeres, naturaleza y diosas"
Ed.
digital © 2016 Esther González
“Mar de
Bering” son poemas de un tiempo más joven y virginal, poemas traídos por la
naturaleza de las montañas y de los ríos; cuando los ojos bebían las curvas
suaves del agua, buscaban seres alados y la boca leía despacio las
descripciones del Libro de Kells o de la Vaca Parda.
Es una
forma de decirte que son poemas nacidos del contacto directo con la naturaleza,
de la observación y compañía de otros animales; de "re-ligarse" con
las tradiciones orales celtas.
Dicen
que el Mar de Bering cubre en la actualidad un puente de tierra que existió,
hace miles de años, entre dos continentes.
Evocar
ese nombre sonoro (Bering) y ese todo (Mar) quizá significaba para mí un algo
desconocido, que sólo se puede vadear con los pies desnudos y la verdad
muy cerca: en el filo de los ojos y en la mano extendida, muchas veces, a
tientas.
Naturaleza
y espiritualidad, experiencia y evocación también están unidos.
Disfruta
lo que haya para tí entre estos versos.
Esther
González