domingo, 3 de noviembre de 2019

"La Necesidad y los Sueños". Mercedes Merino.




Todo empieza muy despacio en la poesía de Mercedes Merino:

Fue en la
plaza de
Tirso…
acabamos hablando
de nuestras madres
tú y yo.
El resto había
desaparecido.


Y desde esas dos mujeres que hablan en la plaza, en el barrio de Gloria Fuertes y de tantas de nosotras, a mitad de “La necesidad y el sueño”, las puertas se abaten:

La puerta se cierra
y quedo justo
al lado de tu piel.


El tiempo es importante en estos versos:
                                   
Es un continuo el diálogo contigo


Un tiempo cómplice, consciente de su fugacidad: 

Miradas desviadas,
conversaciones apretadas,
intercambios rápidos…
Es tanto el deseo
y tan poco el tiempo
que verte y no verte
me mantiene en suspenso.




Mercedes cuenta una historia, en el tiempo y con el tiempo, que atraviesa todo el poemario:

… llegar a ti tan
serena, en
esta amalgama
de tráfico que
no ayuda en nada
al abrazo.


Las esquinas
cómplices
de esta ciudad
de un sueño
nos citan
a horas
sin tiempo.


El tiempo que prende y apaga una cerilla, esa luz en el cielo de la noche que no sabemos si hemos visto o no.

En esas noches de sombras,
cuando no hay luna,
imagino la luz de tu alcoba
y me duerno en un
ángulo de tus sueños.


El tiempo descarnado y encarnado.


Y en el tiempo, inevitablemente, quedan las cicatrices:

He mirado tantas veces
esa tenue línea azul
en tu piel…
Cada vez que te veo
compruebo que sigue ahí,
es como corroborar
que tú y yo
continuamos aquí,
un escalofrío
intenso recorre
mis entrañas.




Todo cambia, termina o se inicia.

Y si llegas…,
¿por qué te vas?
(Del poema “Luz en fuga).



Al final, buscamos el sosiego:
Se han traspapelado
los encuentros,
ya no busco contacto
entre tinieblas.
Una serena luz
alumbra desde dentro
regalándome instantes
de sosiego.


Qué es, sino volver a nosotras.



Lo vivido de verdad, intensamente, puede ser eterno, permanecer en nuestra eternidad, en el tiempo que somos:

Galopé a lomos del viento
por praderas inmensas…


Una “serena luz” se queda con la poeta.
Y ella, con un “sigamos escribiendo.”