martes, 8 de diciembre de 2020

“Arrow Music": Volver a Bryher

                   
                       
                 Qué son mis miembros sino una vaina para tu intensidad,

                       amor mío.



Dos mujeres pasean por la playa.

Es junio o julio de 1919.

Una convalece de la peligrosa gripe de 1918, que padeció durante el embarazo y después del parto.

La otra mujer se ha hecho cargo de la convaleciente -embarazada, enferma, sola y en condiciones precarias-, en un Londres a finales de la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra (1914-1918).

Pero ahora están en esa playa.


Flores de las Islas Scilly 
Fuente: www.aladyinlondon.com


Las dos mujeres se han conocido un año antes.
Las dos escriben poesía.
Las dos van a ser importantes la una para la otra mientras vivan.
Las dos fueron importantes la una para la otra mientras vivieron. 

                     
                        
La isla de Bryher vista desde la isla de Tresco (Islas Scilly).
Fuente: www.geograph.org.uk


                            Marchamos hacia el este,
                            lejos de los lobos luchando a medianoche,
                            de la nieve tracia, de los tejados inclinados (...)


La mujer convaleciente es Hilda Doolittle.

Su marido, Robert Aldington, volverá vivo de la guerra, pero ya no será la persona y el poeta que se fue.

La recién nacida no es hija suya.


                            (…) pesadas camelias
                            más blancas que tu sueño de agua



Recogiendo Arum Lilies. Islas Scilly, 1907.
Fuente: www.iosmuseum org


La segunda mujer es Annie Winnifred Ellerman, Bryher.

Adoptará a la niña que acaba de nacer, Perdita, en su segundo matrimonio de conveniencia.

Los cuatro vivirán juntos en una casa estilo Bauhaus en Suiza “con una variedad de perros, gatos y monos”, según reseña Valentine Schaffner, uno de los cuatro hijos de Perdita, en el obituario que escribó a la muerte de su madre en 2001.

La única hija de Perdita lleva por nombre Elizabeth Bryher.


Sentiremos el mar mientras caemos sobre la arena
blanca… sentiremos el olor de los campos mientras
los pétalos de rosas caen sobre nosotros… vuestras
voces truenan por nuestra muerte… olvidaremos que
intentasteis destruirnos… olvidaremos el dolor… olvi-
daremos el amor… en la conmoción, en el estruendo
del sueño.

Bryher vista desde Tresco, enfrente del Castillo de Cronwell, en 1907.


Hilda Doolittle (H.D., como es conocida) traducía poesía griega, incluidos Eurípides y Safo.

La joven de éxito social, de familia acomodada, arrastra un primer amor lleno de decepciones: Frances Josepha Gregg.

No lo olvida: el nombre completo de su hija será Frances Perdita.


            ¿Es el amor quien pinta de iris el borde de tus pestañas;
            el cansancio de los días que no me atrevo a pensar que
            sufriste? ¿Es el amor lo que duele o el pensamiento?



Culiblanco. Bryher, mayo 2019
Fuente: wildnatureblog.wordpress.com

Annie Winnifred Ellerman, que adoptó Bryher como seudónimo literario, escribió buena parte de Arrow Music en esas playas de las Islas Scilly y en esta época.

Se deja en este poemario cuanto es, tamizando la Grecia clásica, sus mitos, con sus propias entrañas; son poemas apasionados, sí, pero duramente trabajados, esforzados, incansables.


                    ¡Ven!
                    Encordaré para ti
                    conchas y moras,
                    y te traeré pensamientos amarillos
                    con vetas de alba oscura.


El sentido de la oportunidad (si no mercantilista) de Ezra Pound y su personalidad dominante, hace que entregue poemas de su ex-novia firmados como “H.D., Imagista”, sin su permiso.

Apenas un puñado de poetas en lengua inglesa de ambos lados del Atlántico se identifican con el breve Imagismo de Pound, que abandona el grupo cuando Amy Lowell entra en escena y se hace cargo de las últimas antologías.

Pero a H.D. el gesto de Pound le desagrada profundamente.


                    Es el mundo visible el que me ha destrozado,
                    es el grito de la grulla el que me ha destruido,
                    Zeus, Zeus con tu rayo,
                    libérame de la tierra.

                Annie W. Ellerman, Bryher, en su casa próxima a Vevey, Suiza (1932)

Bryher, ocho años más joven, tiene el valor de enfrentarse y profundizar en su identidad y sexualidad con el nuevo método del psicoanálisis.

Escritora incansable, la fortuna paterna le permitirá apoyar a cualquier tipo de artista que se cruce con ella, a librerías y proyectos.

También fundará la primera revista de cine británica.


                ahora sé por qué me enfrenté a osos y rompí
                     ramas
                durante la cosecha de las nueces (...)


Cielo de las Islas Scilly

Fuente: www.baldhiker.com / St Martin's Stores

En medio de la guerra de 1914-1918, cuando aún no conocía a H.D., Annie se encontraba también en ese Londres asediado y aislado.


                            ciervos ágata, el espejismo de una ciudad,
                            un elefante de ojos esmeralda.


Los submarinos alemanes ya no avisan de sus ataques ni distinguen, como al principio, los buques de guerra de los mercantes.

Los libros y la correspondencia cruzan el Atlántico en sus bodegas, y ella ha comenzado una trascendente relación epistolar con la poeta Amy Lowel, que la apoya y aconseja desde la primera carta.

Así, burlando las vías de agua y los hundimientos, pudo leer por primera vez poemas de H.D.

Hilda Doolittle
Fuente: Perdita Schaffner /New Directions



                                Tu rostro es el rubor de Eos:
                                Eres la aurora.
                                Tu rostro es Grecia.

Arrow Music está impregnado de Grecia, de la Grecia antigua, la de los dioses y diosas y mármoles, los templos semidestruidos; a cada página, a cada paso, el mundo vegetal, la exuberancia, nos roza como si estuviéramos en la misma playa que Bryher y frente al mismo mar.

                   Juncos blancos y plata en la luz que parpadea

                       se tocan al viento y duermen.

En palabras de la misma H.D.:

Había aves grandes; posados allí en “retirada”, en determinadas épocas, tanto de zonas tropicales como del Artico (…) había palmeras, corales, mesembryanthemum (…)”

Tresco Abbey Garden
(Lonely Planet / James Kay)


Siguiendo la dedicada interpretación de la académica y poeta Susan McCabe, Afrodita es una “figura frecuente para H.D. en la escritura de Bryher”.


                            Pero tus pechos tiernos son
                            las rosas que Afrodita deja caer de su corazón.
                            Tus ojos son palabras.
                            Te miro a los ojos y escribo estas canciones.


Hilda Doolitler falleció en 1961.

Un año antes, la American Academy of Arts and Letters la galardonó con el Award of Merit Medal for poetry.


            Se ha acabado la hora del amor,
            alas de golondrina, sueño de un iris espinoso (…)


(Fuente: es.findagrave.com - Gary)

Sobre su tumba suele haber conchas en recuerdo de su primer poemario, Sea Garden.

Según Susan McCabe, hay 185 cajas con correspondencia y manuscritos de Bryher en la Universidad de Yale.





   
    
    Bryher
    Arrow Music
    Música de flechas

    Traducción de Rosanna Rion
    Prólogo de Andreu Jaume
    Semblanza de Esther González
    
    Animal Sospechoso Editor, junio 2020






lunes, 27 de julio de 2020

La arrolladora fantasía de la Naturaleza según Tokyo Genso.


"Asakusa". Tokyo Genso.


Templo Budista Sensoji, Asakusa, Tokio. Fuente: matcha-jp.com


 “Cuando vi Angkor Wat (en Camboya), me impresionó el modo en que la naturaleza envolvía esa enorme estructura. Era un espectáculo aterrador, pero también muy hermoso”.

Son palabras del ilustrador japonés, conocido únicamente por el apodo de Tokyo Genso, que la periodista Kaori Shoji recoge en su artículo en el Japan Times, sobre su obra “Tokyo Fantasy Collection”.


"Rainbow Bridge". Tokyo Genso.


Rainbow Bridge, Tokio. Fuente: tokiocheapo.com


Tokyo Genso -muy renuente a identificarse públicamente- ha imaginado distintos emplazamientos, referentes de la ciudad de Tokio, rediseñados por una naturaleza que continúa su expansión, vital y ajena a confinamientos y Covid-19, en ilustraciones que parecen enviadas del futuro; más propias del abandono de siglos que de semanas.


"Shibuya 109". Tokyo Genso.

 Shibuya 109, Tokio. Fuente: soranews24.com


"Ginza". Tokyo Genso.

Ginza, Tokio. Fuente: airenomada.com


Los desastres son terribles, pero quizá lo que es más terrorífico es el ansia de liberarse de los grilletes de esta sociedad moderna, ultracontroladora”.


"Shinjuku". Tokyo Genso.

Shinjuku, Tokio. Fuente: Japan-Guide.com


 “Tokyo Fantasy Collection” fue publicado por Geijutsu Shinbunsha Co. el 15 de mayo.

El estado de emergencia se había iniciado en Tokio durante el mes de abril.


Referencias:

Artículo de Kaori Shoji sobre la obra de Tokyo Genso:

https://www.japantimes.co.jp/news/2020/07/25/national/media-national/illustrator-tokyo-genso-presents-images-deserted-tokyo-never-looked-timely/

Traducciones: Esther González.

Blog de Tokyo Genso: https://ameblo.jp/tokyogenso/






domingo, 21 de junio de 2020

Para los animales no existe el tiempo








Para los animales no existe el tiempo.

Tienen hambre, comen, se alegran de verte.

Olisquean, te lamen.

Y luego, un día, de pronto,

te sientes muy cansado.



"Marzo. Poemas de amor y tiempo."
© 2015 Esther González


sábado, 6 de junio de 2020

Y despacio, despacio, despacio





Tú me propondrías un río, y yo elegiría el de los exploradores, y tú el mismo, y vería en tus ojos el mismo río, y sería mediodía, o domingo o lunes, o viernes; y despacio, despacio, despacio, recitaríamos un poema.

Aletheia continuaría detenida en una de las orillas de este mismo río, y yo, con retraso, te diría que quizá es casi verano con este calor, y tú sonreirías preguntándome por qué llevo sobre la piel sólo un libro. 
O no.

Tu cuerpo sería el calor, un domingo o un lunes, quizá viernes, luna seguro, y yo vería un río; y despacio, despacio, despacio, en él me sumergiría.

"Marzo. Poemas de amor y tiempo."
© 2015 Esther González


domingo, 19 de abril de 2020

"abriendo solo un poco los brazos para liberar al ave" (Ana Tapia)




Yo era un ave en pleno vuelo que lograba salvarse de las flechas
estaba embarazada y leía Solaris
masticaba la posibilidad del Océano
amaba a una mujer.
Luego pasaron los ciclos de la luna
aprendí a observar la soledad de las ciudades varadas en el tiempo


tú y yo buscábamos la tumba de Lem
en aquella ciudad
amparadas por el grito de los cuervos
te llamé con toda la fuerza de mis pulmones
porque había visto la tumba
estaba allí
llena de piedras superpuestas y de mensajes de amor y de chapas
de festivales de Sci Fi


viniste a mí pero ya estabas lejos
tu corazón embarcado
en el viaje más antiguo que existe
yo le dije todas esas cosas a Lem
se las dije sin saber
que ya estaba sola


después hicimos el camino hacia Auschwitz – Birkenau
donde una caracola hueca perforaba el aire
donde una niña se congeló los pies sobre la nieve
y hubo que amputárselos


no éramos nadie y éramos todo
entre aquella marabunta silenciosa
que miraba al Horror para no ver su corazón
haciéndose pedazos


cuánto amor sepultado en la nube de cenizas


ruego que la tristeza no sea contagiosa
dije, y después
algún día aprenderé a ver la Tierra desde lejos
como pájaro cósmico
me quedaré atrapada en el instante en que buscaba un navío enterrado
cerca del océano
y la piedad del agua lo traerá un día y otro y otro
para que no abandone la infancia
porque viajar hacia atrás es huir del dolor
y también atraparlo


una parte de mí aun conserva la mano sobre la tumba de Lem
tu sombra detrás, junto a los árboles
abriendo solo un poco los brazos para liberar al ave


alguien, por fuerza, tuvo que ver aquello desde fuera
las cosas no deben morir sin un testigo
quizás en aquel cementerio había millares
como mariposas mudas, invisibles
intentando mostrarme la acústica del mundo en aquel invierno
en que todo acabó


si hubiese mirado más allá habría visto
las pequeñas bocas de las nubes diciéndome no llores
y más arriba el viento de la ionosfera hinchado de promesas
y más arriba el color de la atmósfera que niega todas las fronteras
el íntimo lugar donde todo es posible
porque nada está hecho


y habría entendido
que el dolor es un nenúfar que flota en un océano
como líquido amniótico
de lo desconocido.




"La tumba de Stanislaw", poema de Ana Tapia.
En "Las ovejas radiactivas de Kolimá". Cazador de ratas, 2018.