Tú
me propondrías un río, y yo elegiría el de los exploradores, y tú
el mismo, y vería en tus ojos el mismo río, y sería mediodía, o
domingo o lunes, o viernes; y despacio, despacio, despacio,
recitaríamos un poema.
Aletheia continuaría detenida en una de
las orillas de este mismo río, y yo, con retraso, te diría que
quizá es casi verano con este calor, y tú sonreirías preguntándome
por qué llevo sobre la piel sólo un libro.
O
no.
Tu
cuerpo sería el calor, un domingo o un lunes, quizá viernes, luna
seguro, y yo vería un río; y
despacio, despacio, despacio, en él me sumergiría.
"Marzo. Poemas de amor y tiempo."
© 2015 Esther González