Musgo que me abrigas,
brezo azul que calzas mis
pisadas,
cielo y bruma que adornas mi
cabeza,
río que corres a la par del
camino.
Busco la estrella de Sur
en las mujeres recostadas que
forman las montañas
cubiertas de bosques y
helechos.
La estrella del Sur
sobre las mujeres adormecidas
junto al río y la casa,
embravecidas por un mar de
arbustos
o sedosas como su piel de
musgo.
Entonando cánticos que yo no
escucho
bajan los árboles solitarios
por sus caderas
hasta el lecho del río.
El agua es más caliente en
las riberas
donde posan sus pies las mujeres dormidas
y anidan los animales que vuelan.
Mar de Bering.
Mujeres, naturaleza y diosas.
Ed. digital © 2016
Esther González
Publicado en
Amazon: goo.gl/fnxWuA
“Mar de
Bering” son poemas de un tiempo más joven y virginal, poemas traídos por la
naturaleza de las montañas y de los ríos; cuando
los ojos bebían las curvas suaves del agua, buscaban seres alados y la boca
leía despacio las descripciones del Libro de Kells o de la Vaca Parda.
Es una forma de decirte que son poemas nacidos del contacto
directo con la naturaleza, de la observación y compañía de otros animales; de
"re-ligarse" con las tradiciones orales celtas.
Dicen que
el Mar de Bering cubre en la actualidad un puente de tierra que existió, hace
miles de años, entre dos continentes.
Evocar
ese nombre sonoro (Bering) y ese todo (Mar) quizá significaba para mí un algo
desconocido, que sólo se puede vadear con los pies desnudos y la
verdad muy cerca: en el filo de los ojos y en la mano extendida, muchas
veces, a tientas.
Naturaleza y espiritualidad, experiencia y evocación también
están unidos.
Disfruta lo que haya para tí entre estos versos.
Esther González