El gancho de carnicero lo explica todo.
El carnicero apaga la luz
y
tú sigues fría y sin fuerzas
esperando al día siguiente.
esperando al día siguiente.
El carnicero te cuelga por el gancho
y
tú sonríes, con la boquita un poco abierta,
como si te alegraras de tu propia venta.
como si te alegraras de tu propia venta.
No
tienes tiempo de cuidar, de cuidarte, de cambiar el pañal a tu padre
de escribir poemas a quien amas
de pensar con los ojos cerrados en el aire y en los pájaros;
los pájaros también cuelgan de un gancho
si acaso imaginar unos momentos antes de cerrar los ojos y dormir
si puedes dormir.
de escribir poemas a quien amas
de pensar con los ojos cerrados en el aire y en los pájaros;
los pájaros también cuelgan de un gancho
si acaso imaginar unos momentos antes de cerrar los ojos y dormir
si puedes dormir.
El
carnicero come y deglute tus entrañas, tu trabajo, tu salario, tu
privacidad
y se ríe de ti parcelando tu naturaleza
como si el agua se pudiera parcelar, que no se puede;
pero
se puede emponzoñar y echar sus babas y el líquido de los circuitos
de su coche de verdad.
y se ríe de ti parcelando tu naturaleza
como si el agua se pudiera parcelar, que no se puede;
pero
se puede emponzoñar y echar sus babas y el líquido de los circuitos
de su coche de verdad.
Y
viene la tormenta y no ves al carnicero
que no está en esta ciudad que fue muerte y ahora llama a la muerte,
y quizá reacciones cuando la riada
se lleve tus pies
en ese sótano –que crees que es la totalidad del mundo- donde cuelgas
del gancho
del carnicero.
que no está en esta ciudad que fue muerte y ahora llama a la muerte,
y quizá reacciones cuando la riada
se lleve tus pies
en ese sótano –que crees que es la totalidad del mundo- donde cuelgas
del gancho
del carnicero.
Esther González
"Tienes tú un caballo dentro" (2020)
Poemas del último mundo.
Fotografía: Dora Maar (1935).
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