jueves, 2 de noviembre de 2023

Las miradas intensamente vivas de Lynette Yiadom-Boakye

Goshawk (Azor), 2020


The Two Auks Of January (Las dos alcas de enero), 2022


Clearer Heights (Alturas más nítidas), 2021


Recliner 2 (Recostado 2), 2022


A Nocturnal Intensity (Intensidad nocturna), 2022


Glory In The Ounces, 2023



The Raven In Rapture (El cuevo en éxtasis), 2023


Gilded Metamorphosis (Metamorfosis dorada), 2022


jueves, 4 de mayo de 2023

Allí donde delinquen los faunos

 

Tortugas mecánicas cruzan nuestros ojos
de cuencas vacías pero ígneas,
esperábamos un rescate
y sólo llegó una nave vacía,
sellada y roída,
restañada con restos de cometas,
allí donde delinquen los faunos
en una era sin tiempo.

Abriste tu libro de leyendas y me miraste.

Insistes en ver centauros adolescentes tocando siringas
al lado de una ninfa;
pero yo sólo detecto
puntos luminosos sin organizar.

Sabía que atravesaría la atmósfera de fuego
la atmósfera de hielo
la atmósfera de nitrógeno
que no puedes respirar.

Dijiste que mi forma era perfecta
pero no es mi forma lo que sirve.

No sangraré,
no tengo piel como tú.

Bendita cada soldadura incorruptible
la luz que nutre el núcleo de mis baterías
el celestial sistema que no se consume.

Sabes que no durarás.

Tan lejos de la tierra está tu propia tierra,
las cenizas que guardaré y salvaré para los tuyos,
o saldrán por una esclusa al espacio más profundo.

No puedo calcularte.

Sólo distingo una llama negra,
y tú me hablas de cilindros
y trato de bajar tu fiebre.

A veces te alejas tanto
que si fuera humano podría pensar
que es para protegerme.

Y ahora vendrán los faunos, me dices.

Si desapareces,
quién me hablará del mundo que desconozco.



Esther González
Antología de Fantaciencia de @DroidsAndDruids





lunes, 20 de marzo de 2023

"Descenso accidental en Cenna" (fragmento). Publicado en Contaminación Futura 7 (Mig21 Editora).

 



Mientras nombraba mentalmente las estrellas que brillaban sobre Cenna, recordé el rostro, entre angustiado y animoso, del hombre que me había cogido en brazos y levantado para pasarme a otros brazos en la evacuación.

Todo era confusión y caos, imágenes en blanco y negro, sin sonidos.

En las "granjas" exteriores de la Tierra crecimos seguros, unidos y deprisa (...)

El androide que nos enseñaba cálculo nos llamaba, irónicamente, “la Pequeña Atenas”:

“Trayectoria de Fobos y Deimos… Vamos, vamos, tendrían que sabérselo de me-mo-ria ¡Espabilen! Sólo estamos calentando la sangre de sus cerebros para que empiecen a trabajar de verdad… No me ha-gan creeeer que sus preciosos cerebros humanos sólo sirven para refrigerar la sangre, como decía Aristóteles… Quien quiera que fuese Aristóteles...”

Nos leía “Veinte mil leguas de viaje submarino”, “La Iliada”, “Moby Dick”... “Orlando”, “Miguel Strogoff”, “Lo que el viento se llevó”...


Mi nombre me lo puso un alienígena.

Aquella masa extraña, que desafiaba todo nuestro entendimiento, cogía con extrema delicadeza una de mis manos, y separaba los deditos, uno a uno, despacio, como preguntándose cómo era posible que la vida, una especie, unos seres tan frágiles, hubiésemos sobrevivido; y, además, a nuestro propio holocausto.

Del mismo modo que yo admiraba la plasticidad y elegancia de su forma y naturaleza y sólo atisbaba su poderosa resistencia para los viajes espaciales.

Nunca lo habríamos logrado sin ellos.

Entendían nuestras necesidades vitales, nuestros conocimientos, diagramas, lenguajes.

Unieron módulos de nuestros antiguos laboratorios espaciales y construyeron otros nuevos: las Estructuras. Allí se integraron nuestras “granjas”.

No eran sólo materia, no sabíamos exactamente qué eran. Parecían masas con movimiento, pero luego, al momento siguiente, las dimensiones desaparecían o se contraían, y sólo eran, o las veíamos, como una luz oscura.

Les sorprendía nuestra biología, especialmente constatar nuestra respiración.

Se lo oía decir dentro de mi cabeza infantil: “Sin respiración, no sois.”

















Descarga gratuita en PDF en la página web y ya disponible en papel en lulu.com


miércoles, 8 de marzo de 2023

El gancho del carnicero (Poemas del último mundo)

 



El gancho de carnicero lo explica todo.

El carnicero apaga la luz

y tú sigues fría y sin fuerzas
esperando al día siguiente.

El carnicero te cuelga por el gancho

y tú sonríes, con la boquita un poco abierta,
como si te alegraras de tu propia venta.


No tienes tiempo de cuidar, de cuidarte, de cambiar el pañal a tu padre
de escribir poemas a quien amas
de pensar con los ojos cerrados en el aire y en los pájaros;
los pájaros también cuelgan de un gancho
si acaso imaginar unos momentos antes de cerrar los ojos y dormir
si puedes dormir.


El carnicero come y deglute tus entrañas, tu trabajo, tu salario, tu privacidad
y se ríe de ti parcelando tu naturaleza
como si el agua se pudiera parcelar, que no se puede;
pero
se puede emponzoñar y echar sus babas y el líquido de los circuitos
de su coche de verdad.


Y viene la tormenta y no ves al carnicero
que no está en esta ciudad que fue muerte y ahora llama a la muerte,
y quizá reacciones cuando la riada
se lleve tus pies
en ese sótano –que crees que es la totalidad del mundo- donde cuelgas
del gancho
del carnicero.


Esther González
"Tienes tú un caballo dentro" (2020)
Poemas del último mundo.

Fotografía: Dora Maar (1935).

sábado, 21 de enero de 2023

En la ciudad de Patricia [Highsmith]

 




En la ciudad de Patricia
hay un palacio de Justicia
pasa un río
y un nudo de carreteras.

Ella es dependienta en Nueva York
y la señora Aird compra muñecas para su hija
y ahí empieza todo.

La historia acaba bien,
escrita con seudónimo
para alivio de los puritanos;
pero no es la vida, no acaba
como la vida.

El Dios de la Justicia se ha ido
y queda una mujer con los ojos vendados.

El nudo está en tu garganta.

El río pasa, a ratos casi limpio;
a veces roto, envenenado,
como la vida.


"Tienes tú un caballo dentro"
Esther González.



publicada con seudónimo en 1951



lunes, 7 de noviembre de 2022

Curie

 




 

                                    Las manos de Madame Curie
                                    se mezclan con mi sangre.

                                    Un mar que pinta de azul
                                    una vena en mi pecho
                                    un hilo
                                    de la garganta al pezón.

                                    Las manos de Madame Curie
                                    se queman con mi sangre.

                                    "Bolsillos en las piedras"
                                     Esther González.





Imagen: Retrato de Marie Curie, autor desconocido. 
Fuente: commons.wikimedia.org (coloreada en 2020).

sábado, 13 de agosto de 2022

Pintada como un picto

 



Pintada como un picto 

ésta es otra última batalla sin sonrisa, 

otro día que acaba  

como un poema de amor. 

 
Pintada en la batalla 

un día cualquiera, 

sigo caminando, 

subiendo a cada parapeto 

con la cara verde 

del gas. 

 

Corro hacia delante, sí, 

con los pies más descalzos que nunca, 

un beso helado en las entrañas, 

las balas que pasaron cerca, 

porque un silencio, 

un cruel espectáculo, 

tiene más fuerza 

que un obús. 

 

Paciente recorro en la noche 

la Tierra de Nadie en sueños, 

reparo los alambres 

de trincheras de las que nadie sabe. 

 

Es una luna verde 

escondida  

en un beso helado. 

 

Pintada como un picto, 

ésta es otra escaramuza, 

un silencio que taladra oídos 

como el disparo largo de un recuerdo. 

 

Y eso es todo, 

pintada como un picto.  


Esther González. 

Marzo. Poemas de amor y tiempo”. 


Fotografía: "Ella Young", de Ansel Adams.